El 10 de mayo partimos de Playa del
Carmen, después de tantos preparativos de último momento y de
emotivas despedidas, salimos hacia Akumal, para decirle adiós a una
de nuestras playas favoritas. A falta de estacionamiento seguimos
para Yal Ku, una laguna hermosa que se comunica con el mar. Allí
vimos un atardecer de todos colores y antes de que oscureciera
trepamos a la combi para irnos a casa de nuestro amigo Tim.
Al otro día salíamos para Valladolid,
una ciudad colonial muy conservada, con su zócalo todo arbolado y
con puestos de artesanías y comida típica, como carne ahumada de
Tepozón. Era domingo, entonces la gente saldría de sus casas en la
tarde para dar la vuelta al zócalo, ir a misa, etc, antes no había
nadie en las calles, definitivamente NADIE. Nos pusimos a hacer pan
de guayaba y pan de plátano, deliciosos, en una sombrita cerca de un
cenote (cuevas subterráneas de agua duce), porque allí en
Valladolid hay muchos Cenotes. Los polis nos advirtieron que no nos
pusiéramos a vender en lugares públicos (del gobierno), pero que si
hablábamos con el Padresito, podíamos ponernos en la iglesia. A la
salida de la misa ahí estábamos bien puestos, esperando que saliera
la gente, con nuestra vendimia y nuestro show de marionetas. Vendimos
toda la comida y muchas artesanías de las que llevamos. En la noche
comenzó el danzón en el zócalo, todos bailaban al ritmo de lo que
los músicos proponían. Era como darle play a una ciudad dormida.
A la hora de dormir nos dieron un susto
los polis. Acostumbrados a la policía de Playa, sentimos un poco de
miedo, pero los señores nada más venían para indicarnos un sitio
más seguro donde dormir.
PRIMER ENCUENTRO DE CASIOPEA CON LAS
TORTUGAS MARINAS
Desde Valladolid tomamos rumbo a El
Cuyo (Yucatán) , un pueblo de pescadores donde nuestra amiga
Marlene, la de la cabeza con tirabuzones, trabaja patrullando la
playa por las noches para marcar los nidos de las tortugas marinas.
La combi se balanceaba de un lado a
otro mientras intentabamos atravesar la carretera que de un lado
tenía el mar y del otro una laguna llena de flamencos. En la mitad
del recorrido ventoso, el techo elevable de la combi se levantó y
como locos lo intentamos cerrar para que no nos diera un viaje
volador por encima del mar, aunque hubiEse sido divertido, pero aún
no estamos tan desectructurados como para permitirnos una aventura
como tal. Casiopea quiso detenerse a observar a los flamencos, esos
animales de patas coloradas le llamaban la atención, ¿qué les
pasaba a sus piernas? ¿Por qué se detenían a veces en una pierna
sola? . Después un flamenco nos contó el por qué, más adelante
les revelaremos el secreto.
Llegando al pueblito vimos a la
bióloga Marlene que nos venía a dar un abrazo de bienvenida. Con
ella venían Jina y Alicia, las tres mosqueteras nos hicieron pasar
cuatro días inolvidables. Cada noche, a eso de las diez, salían en
el cuatrimoto a recorrer 28 quilómentros por la costa. Donde veían
una huella de tortuga, se detenían e iban a checar si la tortuga
estaba desovando. Si se veían dos huellas juntas era porque la
tortuga ya había puesto sus huevos, y también se veía a veces la
huella de que la tortuga se había regresado sin poner sus huevos. En
los casos en los que aún se veía a la tortuga, se le tomaban las
medidas de su caparazón, se identificaba su especie, se colocaba un
chip con un número para poder seguirlas de alguna manera y así
poder conocer más de sus rutas y su supervivencia. Si el nido había
sido puesto en un sitio inseguro por las mareas, había que moverlo
con mucho cuidado, huevo por huevo, a otro pozo. Cuando la tortuga ya
no estaba, se identificaba la especie por la huella que dejaban. A
nosotros nos tocó ver la especie Carey, deshovando, tapando su nido
o partiendo hacia el mar. La ternura que transmiten estos animales y
ese tiempo en el que te envuelven, un tiempo despacio, de movimientos
suaves, de caminata tranquila, hace pensar en la estupidez de correr
para todos lados. Las sabias portadoras del caparazón deshovan en la
playa donde nacieron, es decir que las tortuguitas que nacerán de
aquellos nidos que vimos, luego de atravesar con la valentía
necesaria el infinito trayecto que significa para ellas la distancia
entre el nido y el mar, y a pesar de tantos obstáculos que deben
resistir y por los que muchas no llegan al mar, las que lo hacen, las
pocas que logran barrenar las olas, graban en si mismas aquel camino
donde volverán a poner sus nidos veinte años después.
Algún susto nos pegamos con unas
huellas de cocodrilos, con unos brillos extraños en los médanos, o
con una tortuga muerta, pero el cielo nos estaba viendo, la luna
estuvo redonda y alguna luciérnaga también ayudaba con la luz en los
pastizales.
Una mañana fuimos con La araña
flacucha a la escuela preescolar del pueblo, a la salida hicimos la
función de títeres, los niños estaban contentos, los padres
también. Nos contaron que en la escuelita se sigue enseñando la
lengua maya, tan importante para mantener el legado de sus ancestros.
A la mañana siguiente la visita de la
Araña flacucha fue para la escuela primaria, donde acudían 200
niños. Hicimos la obra para todos y a continuación un taller donde
cada uno fabricó su titere con botella de pet, tetra pack y tela. La
consigna era que lo pintarían en la casa.
Al día siguiente no había clases,
entonces los invitamos a una actividad en la plaza principal. Nos
encantó saber que muchos de ellos ya habían pintado su títere en
casa. Hicimos algunos juegos y la obra del limpiabotas. Viki les
contó el cuento que el flamenco nos había dicho, de porqué tienen
las patas coloradas. Después supimos que Horacio Quiroga ya había
hablado con los flamingos del Cuyo y le habían contado la miSma
historia que luego escribió en un cuento que se llama “Las medias
de los flamencos”. Hicimos un juego de cuentacuentos con las
tarjetas de la lotería mexicana, cada niño tenía una tarjeta y con
la imagen debían continuar la historia que se iba creando con los
diferentes personajes de la lotería. Al contarlo debían hacer las
voces que le hubieran inventado a su tarjeta.
“Había una vez en el Cuyo, una
calavera que sólo salía por las noches, los niños nunca la vieron
y los adultos lo guardavan en secreto para que los niños no se
espantaran. Es que la calavera llevaba unos auriculares y siempre se
ponía a bailar cumbia. Una noche, de la nada apareció un pingüino
perdido, e invitó a la calavera a bañarse en el mar. La calavera
asintió pero mientras se remojaban, un lobo marino los quizo atacar
y tuvieron que irse a otro lugar, el pingüino con la prisa estornudó
y se creó una ola gigante que inundó todo el Cuyo. Los peces de los
refrigeradores se salieron y quedaron libres, afuera había una
ardilla viendolo todo, salió flotando en su cama. La gente seguía
durmiendo como de costumbre. Cuando el sol salió y la tierra empezó
a absorver toda el agua, una cobra apareció para amenazar al
pingüino y la calaca. Entonces ambos comenzaron a nadar, la cobra se
dio cuenta que no podía continuar porque el agua salada le hacía
mal, entonces los dos amigos pudieron escapar, se subieron a una
canoa. La luna se metió y se convirtió en agua. Una sirena guió a
aquellos nuevos amigos por el resto de su viaje”
Luego brinca mos la cuerda, jugamos
lotería, pesca pesca, vimos fotoografías y nos reímos bastante.
Vendimos panecitos y títeres. En un pueblito tan pequeño la gente
nos compró más cosas que en la ciudad, estaban agradecidos y
contentos, nosotros tambien , porque la gente nos recibía con mucho
cariño en todos lados.
Nos dimos muchos abrazos y nos
despedimos.
Al día siguiente, Casiopea no se
quería ir, estaba angustiada y tapó la manguerita de gasolina, la
muy mañosa no quería arrancar, le gustaron las tortugas, se
encariñó.... cosas que pasan.
El señor José Angel, que había
estado participando en las actividades el día anterior, justo pasó
en su bicicleta y nos gritó que de inmediato vendría a ayudarnos.
Sabía bastante de bochos, así que conocía las entrañas de
Casiopea. Detectamos, gracias a sus indicaciones, dónde estaba
tapada la manguera, Betty que está flaquita, aunque bien alimentada,
cabía debajo de la combi, se metió y cortó lo que tenía que
cortar y se remojó en gasolina que hasta el día de hoy apesta, como
los muchachos que sacan fuego por la boca. Con la ayuda de todos
pudimos hacer que la Casiopea comprenda que va a tener muchas
despedidas en el camino y que no puede hacer berrinche en cada pueblo
que debemos dejar atrás.
Partimos para Mérida donde César nos
esperaba con un borrego, o cordero, para asar, en una cruz en su gran
patio con alberca. Aquello me recordó a la película el Cuervo, en
el medio del desierto aquella crucificción.
Una belleza esta ciudad, llena de vida
y de mucha gente que defiende la cultura. Da la casualidad de que hay
un festival de la cultura y muchos eventos gratuitos.
El domingo fuimos al inframundo, un
Cenote hundido como 4 pisos bajo la tierra. Una escalera caracol nos
fue indicando hasta donde ir, la cúpula de la cueva era maravillosa,
en la profundidad se veía oscuro, el agua fresca nos reanimó, los
bagresitos nos acompañaban. El que explotaba de felicidad era Coba,
el perrito de César, que brincaba al agua haciéndose pasar por
guarda vidas.
En la tarde fuimos con Casiopea para el
centro, todos a trabajar. Apenas nos situamos en la Plaza Grande con
el Limpiabotas, se llenó de gente alrededor. Una fiscala alargada
nos vino a quitar, con respeto nos comenzamos a retirar pero la bola
de gente que estaba esperando el show se le fue encima reclamadole
que porqué nos quitaba si lo que traíamos era arte etc., etc !!!
Fue la revolución en unos minutos! Entonces a la mujer no le quedó
otra que mandarnos frente a la Iglesia, yo creo que en este viaje nos
volveremos católicos actuando frente a tantas casas de dios ! Esa
noche vendimos todo, pan de guayaba, de elote, de plátano y de
almendras, y sacamos buenas gorras de cooperación del limpiabotas.
Bienvenidas a 1/4 Verde en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
ResponderEliminarDe Tlaxcala soy su admiradora , amo al limpia botas y que lindo es Valladolid, ahí he comido la mejor cochinita pibil.
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