miércoles, 3 de febrero de 2016

Centroamérica


Todo en Guatemala es tan bello, que la gente no ve: mira.



(En Guatemala se usa mucho decir mirar en lugar de ver, por ejemplo, cuando uno tiende a decir “está lindo” o “se ve lejos”, ellos dicen “se mira lindo”, “se mira lejos”)





En Honduras las calidad de las carreteras han provocado un fenómeno extraño, distancias allí ya no se miden en km, sino que se miden en baches. Es decir, si usted pregunta a qué distancia se encuentra el Amatillo, por ejemplo, le contestarán: a quinientos baches.



Adolfo no podía ver bien sus sueños si al dormirse se quitaba las gafas.



Para quienes migran al norte, existen unas mujeres maravillosas que les ayudan en su camino, les llaman las Patronas. Ellas comparten lo poco que tienen con aquellas mujeres, niños, hombres y ancianos que buscan realizar una nueva vida en los Estados Unidos. Nosotras migramos cómodamente hacia el Sur, por elección propia y por placer, y aún así tenemos a nuestras Patronas, que nos reciben en su casa y nos atienden con tanto amor que ese sólo día que estamos con ellas, vale como si fueran años, y nos vamos con una gran alegría que se mezcla con la tristeza de separarse de personas tan bellas. Y no podemos evitar sentirnos en deuda, como queriendo retribuirles en todo lo que nos brindan sin esperar nada a cambio, pero no sabemos cómo podríamos hacerlo. En Santa Rita, antes de entrar a Honduras por El Salvador, nuestra patrona se llamó Yolanda y en Somotillo, Nicaragua, nuestra patrona se llamó Rosa. A Rosa y su familia, Claudia, Marfa, Griselda y Anthony, les dimos un paseo en Casiopea, ellas iban hacia la playa y nosotras un poco más lejos. Esperamos que un día de sus vacaciones puedan llegar a México, pero sabemos que, tristemente, se les hace muy difícil tramitar el pasaporte y la visa correspondiente para que puedan avanzar al norte. El dinero juega trucos sucios, de manera hipócrita les niega libertades esenciales. “Mi mamá me enseñó que hay que compartir la pobreza” dice Zezé en “Mi Planta de Naranja Lima” y yo pienso que es algo que debemos aprender y que aquí se tiene muy claro. A veces queremos retener el dinero de manera egoísta en muchas situaciones en que el otro necesita nuestro apoyo. Quizás no sea nuestro caso, que viajamos cómodamente y trabajando en nuestra Combi- Casa, pero a través de toda esta gente hermosa, que siempre está ahí para que nos sintamos como en familia, quiero creer que aprenderé a comportarme con el mismo cariño y el dar sin esperar a cambio que a final de cuentas nos regala el mejor tesoro: una amistad duradera.

En El Salvador, Playa las Tunas, nos recibió, como una huella digital en el horizonte, un sol de color rosa. Eran tantos niños que no pudimos evitar empezar a cantar y como sólo sabían reggaeton y yo sólo sabía una canción de Maria Elena Walsh (El Jardinero), empezamos a cantar hasta que la aprendimos de memoria. Les ha gustado la letra y dos adolescentes la han grabado con el celular. Luego se han ido a dormir, casi todos duermen en el mismo cuarto, sin pared (hace calor) aquel cuarto en la noche es un colgadero de hamacas y de gente. Están a una cuadra del mar, pero entre tantas bocas la comida se desaparece pronto.


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