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Casiopea sabía que todo aquel cablerío a un lado
de la carretera había sido puesto para enredar la
inocencia de los niños campesinos, que volaba
aferrada sobre los barriletes.
Se preguntaba si en todas partes del
mundo habrían tennis colgando del tendero eléctrico.
- No creo que la geografía se haya inventado para reprimirnos dentro de una sola patria.
En las carreteras de Guatemala las
praderas están vestidas, porque la gente deja secar su ropa al sol
sobre la grama.
- Las mujeres y los campos están hechos con pedazos de acoíris.
Cada detalle en su vestimenta ha sido
consciente, desde la combinación de los colores en el listón de sus
trenzas hasta la cinta bordada con que rodean su rostro, la faja con
la que amarran la falda y el huipil, todo ellas lo han convinado
naturalmente, sin que la estética internacional ni los diseñadores
de París intervinieran en sus intereses de embellecer el paisaje con
sus sola presencia.
En Guatemala las mañanas son sonoras,
los pájaros cantan y entre los callejones de Panajachel, las mujeres
echan tortilla, se escuchan retumbar sus aplausos, taca taca taca
taca taca taca.
Aquí cada momento del día lleva su
sonido y su aroma. La noche la usurpa una flor que con su fragancia
envuelve todo el lugar en una nebulosa de aromas.
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