C
A S I O P E A
“AVENTURA
SOBRE RUEDAS”
Casiopea
nunca fue una tortuga normal. Vivía con su familia en un estanque
muy pequeño y siempre andaba cambiando las cosas de lugar y
vistiendo a sus hermanos con diferentes atuendos para hacer de cuenta
que viajaba por distintos lugares. Su mamá le había contado la
historia de Manuelita, de María Elena Walsh, una tortuguita que se
fue hasta Peguajó a buscar a su tortugo. También le contó la
historia de “El hombre y la tortuga gigante”, de Horacio Quiroga,
donde una tortuga salva a un ser humano. Además su mamá le había
puesto su nombre en honor a la tortuga de "Momo", un cuento
de Michael Ende, donde Casiopea ayuda a Momo a salvar a los hombres
buenos y humildes de los hombres grises, que querían robarse el
tiempo de esta gente. Por todo lo que le habían contado, ella tenía
ganas de vivir hazañas de esta índole. Pero el estanque ya le
quedaba chico y se le habían agotado las ideas para viajar en
círculos, entonces decidió partir y dar la vuelta al mundo.
Su
papá le mandó bordar una mochila que decía "recorriendo el
mundo", su mamá le preparó unos cuantos sándwiches y un día
que todo estaba listo se armó de valor y partió.
Un
hada mandarina que por allí pasaba, al verla tan pequeña e
indefensa, recordó aquel conjuro que usó con cenicienta en el cual
transformó una calabaza en carruaje, entonces apuntó con su varita
mágica a la tortuga y Casiopea se convirtió de inmediato en una
camioneta Volkswagen. El hada mandarina apuntó con su vara a los dos
pajaritos que observaban en unos cables y los convirtió en dos
choferas humanas. El hada mandarina se fue satisfecha silbando
alegremente y se evaporó en el aire. Casiopea no tuvo tiempo de
darle las gracias y comenzó a viajar. Iba a ser difícil como
tortuga (en un mundo dominado por humanos, carros , fábricas y
carreteras) el dar la vuelta al mundo, pero convertida en combi todo
seria mucho mas fácil. El hada mandarina no tenía mucha experiencia
de magia con tortugas y se le olvidó quitarle la velocidad lenta en
el conjuro, así que Casiopea siguió al mismo ritmo que la
caracterizaba como tortuga. Ella recordaba todos los cuentos que su
mamá le leía, había uno para cada ocasión, el que más le gustaba
era la fábula de la liebre y la tortuga donde una tortuga le gana
una carrera a la liebre. Así es como Casiopea aprendió que dar la
vuelta al mundo no era una cuestión de velocidad sino de felicidad.
Los
pájaros
y las lagartijas
jugaban a atravesarse
en su
camino.
En
ocasiones se detenía a
ver todo
tipo de aves y mariposas
de colores.
Se
entristecía
por
los
insectos que
morían
en su parabrisas.
Habían
veces en
que le
gustaba tanto un lugar
que ya no se
quería
ir.
Podía
pasar muchos
días sin bañarse
hasta que la obligaban.
Habían
lugares muy fríos
donde se
enfermaba y
tenía que ir al doctor
Había
otros donde
hacía tanto calor
que no
se
quería
mover..
Viajando
por el
mundo vio
todo tipo de animales:
tortugas marinas, monos,
toros,
águilas, loros
y policías.
Le
atemorizaban los
militares que
apuntaban
con sus ametralladoras.
A
veces las
vacas y los
borregos que soñaban
viajar
como
ella,
le preguntaban como había
hecho para convertirse
en Combi
En
las bajadas
se dejaba llevar
por el viento.
Habían
caminos en que el
viento
era tan fuerte
que ella se
quería convertir
en cometa.
De
pronto le aterrorizaban
las alturas.
A
veces las subidas
eran tan
empinadas que había
que ayudarla.
Otras
veces
disfrutaba sentir
que iba entre
nubes.
Algunas
noches paraba a dormir
en medio de la carretera
para ver las
estrellas
en el firmamento.
Casiopea
no comprendía
cómo
era que no
condenaban
a los vándalos
cristianos
que se dedicaban
a
rayar
salmos
bíblicos
sobre
las
piedras
de las
montañas.
Cansada
podía dormir
varios días
sin parar.
Los
adultos
amargados
le gruñían
al pasar a su
lado.
Las
viejas
montañas para entretenerse
le lanzaban
piedras.
A
veces encontraba
compañía
como ella
o trepaba
en
su caparazón
a amigos
que HACÍAN
música.
Iban
cantando
y silbando canciones
o inventando
versos.
Pasaba
el tiempo y sus papás le preguntaban en las cartas: ¿a dónde vas
Casiopea? ¿Cuándo vuelves? Nerviosa, mientras pensaba como
responder aquella interrogación tan complicada y recurrente, tomó
un globo terráqueo para especular dónde estaría pero torpemente se
le cayó de sus manos y le fue rodando por el suelo. Al verlo rodar y
rodar se le ocurrió una idea. ¿Que tal si en lugar de dar la vuelta
al mundo, daba vuelta el mundo?. Entonces marcó su rumbo: -el sur- e
inmediatamente dio vuelta el mundo, colocó el norte hacia abajo y el
sur hacia arriba. Y sin desanimarse respondió la carta a sus papás
y continuó su viaje subiendo sin prisa hacia el Sur.
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