Mientras manejamos, la tortuguita nos arulla, en las subidas no sube a más de 40 km, vemos por la ventana, en Veracruz aparecían los mangos, que arbolotes más grandes ! botaban sus frutos y la gente los vendía a la orilla de la carretera en cajones de madera. No hay cosa más linda que parar en la combi y bajarse corriendo a juntar unos mangos bien maduros y sabrosos recién caídos de la rama.
En Tlaxcala las milpas llenaban los espacios vacíos, las piñas se asomaban de entre sus puntiagudas ramas, y los duraznos se vendian a orilla de la carretera porque a los árboles ya le pesaban.
En Hidalgo los magueyes enormes, gigantes, dispuestos a ser succionados para extraer aguamiel.
Los paisajes van de aquí para allá, de cerros a montañas, de selva a campo liso, de campo a rocas, tierras rojas , tierras negras, cielos celestes, nubes negras, rayos y centellas, smog, nieve en la cima del pico de orizaba, lluvia y más lluvia, subidas empinadas y bajadas muy veloces. Casiopea nos hace rodar y rodar, como nos enseñó una piedra en el camino, y vamos junto a ella y cuando no la tenemos la extrañamos tanto que vamos corriendo a abrazarla, hogar dulce hogar, nos encanta dormir en la casita Casiopesca, es realmente un hogar precioso con un amanecer distinto en la ventana cada día.
En Tlaxcala las milpas llenaban los espacios vacíos, las piñas se asomaban de entre sus puntiagudas ramas, y los duraznos se vendian a orilla de la carretera porque a los árboles ya le pesaban.
En Hidalgo los magueyes enormes, gigantes, dispuestos a ser succionados para extraer aguamiel.
Los paisajes van de aquí para allá, de cerros a montañas, de selva a campo liso, de campo a rocas, tierras rojas , tierras negras, cielos celestes, nubes negras, rayos y centellas, smog, nieve en la cima del pico de orizaba, lluvia y más lluvia, subidas empinadas y bajadas muy veloces. Casiopea nos hace rodar y rodar, como nos enseñó una piedra en el camino, y vamos junto a ella y cuando no la tenemos la extrañamos tanto que vamos corriendo a abrazarla, hogar dulce hogar, nos encanta dormir en la casita Casiopesca, es realmente un hogar precioso con un amanecer distinto en la ventana cada día.
En TLAXACala VISITAMOS ELMUSEO DELTÌTERE EN hUAmantla y conocimos un montòn de titiriteros geniales. Ademàs nos reencontramos con Amer y Xico, dos amigos que tienen un centro cultural y nos alojaron. La casio se quizo romper varias veces y nos hizo gastar ahorros.
Estos son algunos de los cuentos que escribieron los niños de 3ro y 4to de la escuela Angel de Campo en el Df. La consigna era escribir un cuento con 3 imágenes de la lotería mexicana ya que a cada niño le repartíamos tres de las tarjetas. Estos son algunos de los cuentos que salieron y que dejaremos en la biblioteca "Tren Amarillo" en Oaxaca, para que otros niños puedan leerlos.
Era una garza que estaba triste, porque no tenía amigos y siempre estaba sola, sin hacer nada y aburrida. Todos los animales se preguntaban ¿por qué no tenía un amigo?
La garza no tenía ningún amigo porque era envidiosa y burlona. Un día los animales se reunieron para hacerle un obsequio a pesar de que era envidiosa y burlona. La garza no aceptó el regalo. Los animales estaban tristes porque no aceptó su regalo. Pero un día las garza les pidió a los animales ayuda y los animales le dijeron que no y la garza entendió e hizo muchos amigos y ya no fue burlona ni envidiosa.
La garza no tenía ningún amigo porque era envidiosa y burlona. Un día los animales se reunieron para hacerle un obsequio a pesar de que era envidiosa y burlona. La garza no aceptó el regalo. Los animales estaban tristes porque no aceptó su regalo. Pero un día las garza les pidió a los animales ayuda y los animales le dijeron que no y la garza entendió e hizo muchos amigos y ya no fue burlona ni envidiosa.
Elvia Natalia, 9 años, México DF
Escuela Angel de Campo
Escuela Angel de Campo
Había una vez una ardilla y un pingüino jugando en el parque y vieron una pera. Empezaron a pelear, “yo me la como”, “no, yo me la como”. Y golpearon el árbol y cayó la pera a la coladera. El pingüino se metió y sacó la pera y decidieron partirla y se la comieron y fueron felices para siempre.
Félix, 9 años y Jonathan, 8 años.
3ro A. Escuela Angel de Campo, México DF.
3ro A. Escuela Angel de Campo, México DF.
Había una luna que estaba muy lejos, mientras el pino estaba muy abajo, entonces unas flechas volaron y llegaron a la luna. La luna herida suplicó “estoy herida, ayúdenme!!”. Entonces en una tormenta el pino creció y llegó hasta la luna.
Entonces mientres el pino enterraba su pecho a la parte herida de la luna, más débil se sentía el pino. La luna dijo “entierra más tu pecho a mi parte herida”, entonces cuando el pino se secó, sin sus hojas dijo “ya estoy seco, sin ninguna hoja” Cuando la última hoja cayó, dijo la luna”gracias pino, florecí con mi brillo plateado”.
Entonces mientres el pino enterraba su pecho a la parte herida de la luna, más débil se sentía el pino. La luna dijo “entierra más tu pecho a mi parte herida”, entonces cuando el pino se secó, sin sus hojas dijo “ya estoy seco, sin ninguna hoja” Cuando la última hoja cayó, dijo la luna”gracias pino, florecí con mi brillo plateado”.
Abel y Radhal
México DF
Escuela Angel de Campo.
México DF
Escuela Angel de Campo.
En un pueblito donde todo era tranquilo, vivía un mosquetero de nombre Juanito. No era cualquier mosquetero, él ayudaba a quienes lo necesitaban, pues de buen corazón era.
Un día fue al zapatero para que le hiciera unas nuevas botas, pero cuando el zapatero terminó, tiró una bota al río. Intentó buscarla pero no la encontró. En menos de dos día un niño encontró la bota, volteó a todos lados para ver si era de alguien, pero no vio a nadie. El niño pensó en conservarla y se la quedó. El mosquetero preocupado fue a buscarla y llegó a otro lugar que no conocía. Desde lejos vio al niño con la bota puesta. El mosquetero le pidió la bota , pero parecía que la bota lo había escogido a él. No pudo más que decidió regalársela al niño y nunca olvidó a su bota.
Un día fue al zapatero para que le hiciera unas nuevas botas, pero cuando el zapatero terminó, tiró una bota al río. Intentó buscarla pero no la encontró. En menos de dos día un niño encontró la bota, volteó a todos lados para ver si era de alguien, pero no vio a nadie. El niño pensó en conservarla y se la quedó. El mosquetero preocupado fue a buscarla y llegó a otro lugar que no conocía. Desde lejos vio al niño con la bota puesta. El mosquetero le pidió la bota , pero parecía que la bota lo había escogido a él. No pudo más que decidió regalársela al niño y nunca olvidó a su bota.
Ilan Alejandro, Zumaya Rendon , 10 años
Escuela Angel de Campo. Méxic
Escuela Angel de Campo. Méxic
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