sábado, 30 de abril de 2016

cuento de Chiapas y otro de Nicaragua


EL PÁJARO CUENTERO

Playa Gigante, Nicaragua, febrero 2016





Había una vez un pájaro carpintero que en lugar de muebles fabricaba cuentos. Todo el tiempo iba y venía por el cielo, recorría muchos lugares y les contaba a los árboles las historias que vivía en los sitios que visitaba.

Sus amigos pájaros ya estaban cansados de escuchar sus cuentos, decían que era un mentiroso, que todo lo inventaba y que en vez de vivir sus aventuras, lo que hacía era esperar en un refugio cercano, inventando sus cuentos.

Pero había un árbol que era pequeño y adoraba al pájaro cuentero. Los árboles viejos le parecían muy aburridos y a él le gustaba mucho imaginar las aventuras del pajarillo. Aquel cantaba sobre sus ramas todas las historias hasta que se ponía el sol.



“A unos quilómetros de aquí hay un mar inmenso, los hombres le llamaron océano Pacífico, allí volando sobre las olas conocí un montón de peces y gaviotas, hasta unos pelícanos conocí. Pero lo más raro que me encontré fue una sirena perdida. Es como una mujer con cola de pescado, y fíjate que bien bonita era mi sirena! Me la encontré en una isleta y me puse a hablar con ella, hablaba en idioma delfín, quien sabe por qué, pero como yo ya lo había aprendido pudimos comunicarnos. Me contó que su mar era precioso, pero que andaba perdida por que su intención era conocer el otro lado, el océano Atántico, ya que varias ballenas le habían contado cosas preciosas del otro mar.”

El arbolito soñó aquella noche que le hubiese encantado más ser sirena que árbol. No le gustaba estar clavado en un lugar, se preguntaba cómo sería la sensación de nadar, el sumergirse en el agua, el flotar, todo aquello que le contaba el pájaro cuentero él lo quería vivir en madera propia.

Una noche tormentosa con vientos muy fuertes sucedió el trágico suceso, cuando el pájaro cuentero llegó a visitar a su amigo el pequeño árbol, lo encontró desencajado, tumbado, muerto, secándose. Su juventud no resistió la rudeza del aire enfadado.

El pájaro cuentero lloró sobre el fino tronco de su amigo, pensaba en lo efímera que puede ser la vida, en lo fugaz que puede ser un amor. Pensaba en la inmortalidad de los árboles hasta que se le ocurrió una idea.

Durante una semana se lo vio trabajar, picaba y pulía el tronco casi sin detenerse a comer. Hasta los pájaros que lo tildaban de mentiroso se acercaron a ofrecerle alimentos y agua. Aquello tomaba forma y todo el bosque observaba con curiosidad el trabajo del pájaro cuentero. Cuando acabó se oyó una fiesta de trinos de pájaros que celebraban aquella obra maestra. Entre todos le amarraron varias lianas y volando comenzaron a elevarla; el pájaro cuentero los guiaba. Cuando llegaron al océano dio la orden de lanzarla al mar.

A más de un pájaro se lo vio llorar aquella tarde en que aquel joven árbol convertido en sirena se hundió para descubrir el mar.




EQUIVOCADAS

Chiapas, México, Diciembre 2015





Hace mucho, mucho tiempo, en las tierras de Avariciu Burocrano, se desencadenó un gran misterio: poco a poco, las mujeres del reino comenzaban a desaparecer, una por una, sin poderse comprobar el por qué.

La primera fue Mireya, una joven que aún no cumplía los diez y ocho años. En la misa que se realizó aquel domingo, el Padre apuntó que no se preocuparan por la muchacha, seguramente estaba en otro pueblo, ya que se adivinaba un ella un embarazo pecaminoso pre- marital, razón por la cuál ella misma se condenó huyendo de su tierra natal. Dio, a continuación, varios concejos relacionados a la importancia del matrimonio.

La segunda mujer fue Rosa, la mujer de Leonardo. Una noche no amaneció en su casa, jamás la volvieron a ver. El Rey visitó personalmente al esposo desolado, le aconsejó que no se echara al abandono ni se deprimiera, su mujer había huido con otro hombre y el adulterio era condenado por la iglesia.

La tercera fue Maura, una señora mayor, soltera, sin familia más que sus cuatro gatos y un arsenal de libros. Se dijo de Maura que se volvió loca e igual que el Quijote, decidió partir a vivir las aventuras en carne propia.

Luego desaparecieron más y más mujeres, hasta perder la cuenta.

Se volvió famoso aquel Reino como el sitio de las mujeres libertinas, era muy mal visto por los reinos cercanos. La mujer ideal no debía de interesarse más que en los quehaceres del hogar, el cuidado de los niños, bordar y mantenerse bella y radiante para su marido. Pero en el Reino de Avariciu las mujeres nacían equivocadas, traían un gen rebelde que las hacía huir para realizar herejías en otros lugares donde no las conocieran.

Maite era una adolescente cuando corrió la primera noticia sangrienta del pueblo: fue encontrada una mujer muerta en el río, sin ropas y ya sin ningún órgano dentro. El suicidio de aquella mujer a nadie se le hizo extraño, siempre había sufrido mucho porque era diferente a todas las demás mujeres: estaba loca. Pero Maite solía visitarla, jugaban juntas con figuras de migajón de pan. Maite jamás pudo imaginar que Lucía se haya quitado la vida voluntariamente.

Fue así como Maite comenzó a espiar el pueblo durante las noches, porque daba la casualidad de que todas las mujeres habían aprovechado la oscuridad para escapar de allí. Subida encima del techo de su casa, esperaba alerta cualquier extraño suceso. Veía que a las dos de la mañana se encendía una luz del castillo y bajaba una sombra que al salir por la puerta resultaba ser un lobo muy grande que caminaba sobre sus patas traseras. Maite lo perseguía con la vista, lo veía entrar a varias casas y luego continuar su recorrido. Una noche lo vio entrar en su casa y pudo ver lo que el lobo hacía con su mamá. Maite no pudo contener un grito de espanto y el lobo huyó corriendo, dejando a su madre tirada en el suelo y llorando. Su mamá le gritó aquella noche, que no se metiera con el lobo, que aquel era el precio que debían pagar las mujeres por vivir allí.

Maite salió tras el lobo, su mamá la hirió con aquellas palabras, ella sólo había querido protegerla. El lobo notó que alguien lo perseguía y continuó su paso nervioso tropezando varias veces, hasta entrar nuevamente al castillo.



Al día siguiente el Rey sacó un aviso para el pueblo, donde anunciaba que un lobo se había metido en el castillo y que le ponía precio a su cabeza.

Esa noche con machetes y antorchas se levantó el Reino de Avariciu Burocrano, a cazar al maldito animal. Las mujeres que ya lo conocían bien llevaban mucha furia, a pesar de la oscuridad se les veía en sus rostros la ira. Marchaba todo el pueblo armado, alumbrando la zona, menos los niños, que quedaron en sus casas protegidos. Maite observaba los fuegos desde el techo de su casa.



El Rey tomaba el vino más fino en el castillo cuando llegaron a su puerta con el acusado, el lobo no era más que un buen disfraz y debajo de aquel atuendo se encontraba el viejo Rodolfo, un pastor de ovejas, muy querido por el pueblo. Nadie podía creer que aquel hombre hubiera sido el culpable de tantas desapariciones. Pero había que justiciar todas aquellos homicidios, el Rey Avariciu no podía dejar sin resolver aquel problema.

A Rodolfo se le quemó vivo la siguiente mañana, ante la mirada de todo el reino.

Pero el lobo no murió, siguió visitando a las mujeres cada noche.






















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