Un niño estuvo varios
días observando el recorrido de un gusanito en su jardín. Tenían
un gran árbol, una morera y al niño le interesó un gusano en
especial. Durante semanas lo espió a corta distancia: lo miró
masticar las hojas, lo vio cambiar de piel, de color y de forma, lo
vio crecer y lo vio enredarse en una seda fina hasta quedar
completamente cubierto. El niño estaba desorvitado, varias nosches
las pasó junto al capullo, observaándolo con una veladora. Hasta
que un día cansado y tratando de comprender al pequeño gusano
oculto, decidió presentarse y explicar quien era.
- ¡Sólo quería ser tu amigo, no temas, sal de ahí, no te quería hacer daño!- le rogaba dulcemente.
De pronto del blando
capullo se asomaron unas patas de otro bicho y rompieron aquella
capa, de la que salió volando una polilla muy grande que le
revoloteó tras las orejas.
El niño no podía
hablar, aquello era sorprendente, la mariposa le había revelado un
gran secreto.
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