Otro cuento que nace en Villa RIca
¿Qué piensan los cangrejos en las tormentas?
Hay una comunidad de cangrejos hippies a la orilla del mar en Villa
Rica. En su adolescencia rebelde decidieron abandonar sus hogares e irse
a vivir en un pequeño hoyo austero frente al mar.
Los pequeños, que no miden más de tres centímetros de ancho y hasta
llegan a medir un solo centímetro, viven felices allí, reunidos con los
de su tamaño y algún otro viejo cangrejo nudista.
El día de la
tormenta eléctrica los cangrejos hippies se metieron en sus huecos y se
pasaron toda la noche bailando, pensando que eran luces psicodélicas de
discoteca aquellos rayos de luz que quebraban la cáscara del planeta.
Al día siguiente, cuando los camgrejos abrieron sus ojos, todo a su
alrededor estaba roto, torcido y mojado, pero los cangrejos prefirieron
mirar el cielo de acuarelas rojas y amarillas. La austeridad de sus
huecos sin techo les permitían esa calidad de lujos. La principal
enseñanza de sus antepasados era la caminata de lado, no hacia adelante
como lo suelen hacer la mayoría de los habitantes de este planeta, sino
de costado. Así verían el mundo de un modo distinto, con ojos
laterales, por ello fue que aquel día pudieron observar el amanecer en
el oriente y en el poniente un arco iris inmenso que tenía su tesoro de
monedas de oro justo en el cerro aquel, desde donde los indígenas
divisaron la primera nave con españoles que surcaba el horizonte.
Los cangrejos hippies, después de ver la belleza de la playa y encontrar
las coordenadas exactas donde se hallaría el tesoro, planificaron una
expedición al cerro para hacerse ricos. Pero entre las platicas llegó el
sueño, el cansancio acumulado de la noche disco y se durmieron una
larga siesta donde todos soñaron que empezaban a caminar hacia adelante
y descubrieron que las arañas deben ser sus parientes terrestres.
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