viernes, 10 de octubre de 2014

cuentos y apuntes


FW: diarios de casiopeas

 
 
18/08/2014
 
Para: clarita Clara
Estuvimos en tres comunidades cuyas tierras fueron recuperadas legalmente por los campesinos de la OCEZ. organización campesina Emiliano Zapata, que funciona desde el 82. Conocimos a Don Chema, que viene luchando desde aquellos años, y pues esta es la historia de su vida, mas o menos asi:

El ogro apicultor.

Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, un ogro grandote que vivía en unas tierras lejanas en medio del campo, que era muy temido en el Reino de Avariciu Burocrano.
Se decía del gigante que era muy malo, que mataba gallinas y que le cortaba las alas a las aves para que no pudiesen volar. 
Sin embargo aquel grandulón era un ogro apicultor. Tenía alrededor de su vivienda unos cinco panales a los que cuidaba con gran dedicación, disfrutaba mucho de la miel y además había descubierto que los piquetes de las abejas en sus manos le aliviaban los dolores de la artrosis.
Cada vez que un espía del Rey se infiltraba en las tierras del gigante, las abejas los espantaban con sus zumbidos y los cobardes súbditos huían despavoridos, excusándose ante Avariciu Burocrano diciendo que el ogro vivía dentro de un enorme castillo construido sobre un lago repleto de fieros cocodrilos y que había cañones de pólvora apuntándole.
Cada vez que el Ogro iba a la ciudad a vender sus tarros de miel, lo capturaban los guardias del Rey y lo encerraban en una prisión de alta seguridad.
El calmo ogro aguardaba su liberación, lo tranquilizaba saber que sus abejitas estarían bien, trabajando duro, como siempre, entre las flores y el sol y entre los perfumes de la tierra. Había una gran diferencia entre las cálidas celdas de cera y su fría celda de barrotes de acero.
Sus amigas no esperaron demasiado y organizaron un enjambre de rescate. La nube de abejas entró sin reparos en la prisión, espantando a los guardias y tomando la llave de la celda para liberar a su amigo y protector.
Huyeron pronto, de regreso a su verde pradera, había mucho trabajo por hacer, cortar maleza, espantar hormigas glotonas, cosechar la miel, polinizar flores, alimentar a las reinas. -Qué ridículo es el hombre- pensaba el ogro -en el mundo de las abejas, las celdas se fabrican para cuidar y alimentar a las larvas.
Pasaron los años y aunque los reyes cambiaran, el miedo al ogro era cada vez mayor y más irreal. El viejo ogro seguía siendo grande y fuerte, pero en su mirada se descubría la dulzura que la miel de sus abejas le habían regalado. El temor de todo un pueblo hizo que se le pusiera precio a la cabeza del gigante. Unos espías descubrieron que lo que lo volvía inmortal eran los beneficios de la miel y los piquetes de las abejas. Fue entonces cuando El Rey de turno mandó a cincuenta jinetes armados para que le capturaran al bandido y le trajeran todos los panales con sus respectivas abejas.
Una tarde, mientras el buen ogro cosechaba la miel, vio asomarse a la distancia a aquel ejército de hombres que avanzaban hacia él. Intentó como pudo proteger a sus amigas pero no le fue posible. Le amarraron pies y manos y lo tumbaron al suelo. 
Las justicieras no soportaron aquella infamia y se abalanzaron sobre los espadachines, enterrándoles sus aguijones para que los cobardes se largaran corriendo, abandonando a sus caballos, para meterse al río queriendo calmar sus dolores. Las espadachinas pequeñas que se sacrificaron, sabían que sus muertes no serían vanas, porque aquellos hombres inútiles ya no se atreverían jamás a molestar a su protector, el inmortal ogro Apicultor.
FIN

>Primer paseo del limpia botas por el andador de Guadalupe:

El limpia botas caminaba por el andador, ofrecía su servicio en alta voz. La gente lo observaba con detenimiento. Se les hacía raro, chistoso, hasta simpático. Tan solo por ir olgado de varios hilos. El pequeño hacía su trabajo sin fijarse en aquella tontería de los adultos.

>Araña flacucha me gritan los niños cuando me ven pasar y luego me enseñan la canción del coco en tzotzil. "Vayansha querem" apunto en un papelito con una pluma que no sirve y me doy cuenta que ni ellos ni yo sabemos escribirlo. Nos reímos y cantamos al ritmo del arrorró mi niño. Querrem es niño, que bonito, suena a querer. Si había algo de nostalgia en mi corazón, en ese momentó corrió bien lejos y permitió que la inocencia y la risa abarcaran mi ser completo.

>Pareciera que los viajes ni empiezan ni terminan. Se dan y van solos. Jamás empezó ni acabará.

En Tepanatepec:
Artemia madrugaba para ver al cielo ponerse claro. En aquel lugar donde el fuego del sol se hacía tan cotidiano, las mañanas eran un deleite de frescura para aquellos cuerpos curtidos. Artemia calzó sus huaraches y caminó hasta los Mangos con su vara con la que alcanzaba el fruto para cortarlos. 
-Buenos días- pronunció el árbol al verla llegar. 
Artemia todos los años iba a platicar con él. Se contaban cosas. El árbol adoraba las historias, los cuentos, las leyendas. Entonces Artemia tomó la costumbre de vsitarlo. Aquel árbol agradecido, como todos los árboles frutales, en mayo y junio exhibía unos deliciosos mangos, dulces y jugosos, que artemia cosechaba y vendía sobre la ruta.

Pensamientos de carretera oaxaca - chiapas:

Casiopea iba contenta, tomaba las curvas disfrutándolas como a un columpio. Ella, por su complexión, jamás ha podido subirse a uno. Se le compraron sus refacciones, su kit de primeros auxilio, va más segura, se le nota en su andar. En las subidas ronronea y nos hace mirar por la ventana. Vamos a Juchitán. Los paisajes son tierras erguidas desde las profundidades donde las placas tectónicas se chocaron con fuerza. Dicen que por ello la tierra tiembla, vibra o se moviliza, porque está cansada de la misma posición, se endereza.

>Hay árboles que quieren trascender de otra manera y piden ser tumbados o piden un columpio.

>El árbol era alto, fuerte, viejo. Camila pedía a su tía que la columpiara y que le cantara una canción. El columpio colgaba de dos mecates de la rama más nueva del anciano árbol. Hacía cinco años, cuando Camila nació, aquel viejo tronco decidió hacer un último esfuerzo y sacar una ramita para que le colgaran un columpio. El sabio sabía que para no envejecer necesitaba una niña que creciera junto a él y le cantara las mismas canciones que su mamá cuando él era apenas una semilla.

> El zopilote desde una rama en la ladera observaba el valle y el río. Le gustaba tanto, pero sabía que si se secaba y todo se viera amarillo, habría más comida para él

>
Casiopea piensa: "Quisiera explicarme el motivo de la tendencia al suicidio de las mariposas en la carretera y la pasión por la adrenalina de las aves y las lagartijas"

>Qué susto se llevó Casiopea cuando vio frente a ella en la carretera, la camioneta del ejército apuntando al frente una ametralladora

>
Abel fue militar combatió las fuerzas Zapatistas hasta que descubrió la miel de Maguey.
Aquel día, viendo un programa de televisión encontró un programa que le recordaba a su pueblo. Aquel sitio en medio de las curvas llamado el Cuyul, donde su abuelo había sido uno de los fundadores luego de formar parte de los obreros que incrustaron allí la gris carretera. A los alrededores estaba lleno de magueyes. "Aquellas plantas son muy agradecidas", contaba Abel con la suabidad que lo caracteriza, que no nos permite comprender su pasado en el ejército.
El hombre en la televisión contaba una cosa increíble: luego de extraer todo el jugo del maguey se ponía a hervir en una cazuela hasta extraerle toda el agua, de esta manera el resultado sería el agua miel, con propiedades curativas muy fuertes. La miel del Maguey repara las entrañas de un muerto. Que ironía que aquella misma planta generara el Mezcal. La cura y la ponsoña.
Como el veneno del alacrán que se convate comiéndose al mismo alacrán.

Esperanza se llama la mujer que hila. La mujer que teje. La mujer que alimenta a los gusanos. Esperanza alimenta a los gusanos porque son de seda, porque como ella tejen, porque como ella se esconden y se guardan y porque, como ella, quieren ser mariposas.

Esperanza se llama la mujer que hila. La mujer que teje. La mujer que alimenta a los gusanos. Esperanza alimenta a los gusanos porque son de seda, porque como ella tejen, porque como ella se esconden y se guardan y porque, como ella, quieren ser mariposas.

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