lunes, 11 de enero de 2016

Guatemala




    Casiopea sabía que todo aquel cablerío a un lado de la carretera había sido puesto para enredar la inocencia de los niños campesinos, que volaba aferrada sobre los barriletes.

Se preguntaba si en todas partes del mundo habrían tennis colgando del tendero eléctrico.

  • No creo que la geografía se haya inventado para reprimirnos dentro de una sola patria.

En las carreteras de Guatemala las praderas están vestidas, porque la gente deja secar su ropa al sol sobre la grama.

  • Las mujeres y los campos están hechos con pedazos de acoíris.

Cada detalle en su vestimenta ha sido consciente, desde la combinación de los colores en el listón de sus trenzas hasta la cinta bordada con que rodean su rostro, la faja con la que amarran la falda y el huipil, todo ellas lo han convinado naturalmente, sin que la estética internacional ni los diseñadores de París intervinieran en sus intereses de embellecer el paisaje con sus sola presencia.



En Guatemala las mañanas son sonoras, los pájaros cantan y entre los callejones de Panajachel, las mujeres echan tortilla, se escuchan retumbar sus aplausos, taca taca taca taca taca taca.

Aquí cada momento del día lleva su sonido y su aroma. La noche la usurpa una flor que con su fragancia envuelve todo el lugar en una nebulosa de aromas.




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