viernes, 1 de enero de 2016

la historia de nuestra combi


C A S I O P E A

AVENTURA SOBRE RUEDAS”



Casiopea nunca fue una tortuga normal. Vivía con su familia en un estanque muy pequeño y siempre andaba cambiando las cosas de lugar y vistiendo a sus hermanos con diferentes atuendos para hacer de cuenta que viajaba por distintos lugares. Su mamá le había contado la historia de Manuelita, de María Elena Walsh, una tortuguita que se fue hasta Peguajó a buscar a su tortugo. También le contó la historia de “El hombre y la tortuga gigante”, de Horacio Quiroga, donde una tortuga salva a un ser humano. Además su mamá le había puesto su nombre en honor a la tortuga de "Momo", un cuento de Michael Ende, donde Casiopea ayuda a Momo a salvar a los hombres buenos y humildes de los hombres grises, que querían robarse el tiempo de esta gente. Por todo lo que le habían contado, ella tenía ganas de vivir hazañas de esta índole. Pero el estanque ya le quedaba chico y se le habían agotado las ideas para viajar en círculos, entonces decidió partir y dar la vuelta al mundo.

Su papá le mandó bordar una mochila que decía "recorriendo el mundo", su mamá le preparó unos cuantos sándwiches y un día que todo estaba listo se armó de valor y partió.

Un hada mandarina que por allí pasaba, al verla tan pequeña e indefensa, recordó aquel conjuro que usó con cenicienta en el cual transformó una calabaza en carruaje, entonces apuntó con su varita mágica a la tortuga y Casiopea se convirtió de inmediato en una camioneta Volkswagen. El hada mandarina apuntó con su vara a los dos pajaritos que observaban en unos cables y los convirtió en dos choferas humanas. El hada mandarina se fue satisfecha silbando alegremente y se evaporó en el aire. Casiopea no tuvo tiempo de darle las gracias y comenzó a viajar. Iba a ser difícil como tortuga (en un mundo dominado por humanos, carros , fábricas y carreteras) el dar la vuelta al mundo, pero convertida en combi todo seria mucho mas fácil. El hada mandarina no tenía mucha experiencia de magia con tortugas y se le olvidó quitarle la velocidad lenta en el conjuro, así que Casiopea siguió al mismo ritmo que la caracterizaba como tortuga. Ella recordaba todos los cuentos que su mamá le leía, había uno para cada ocasión, el que más le gustaba era la fábula de la liebre y la tortuga donde una tortuga le gana una carrera a la liebre. Así es como Casiopea aprendió que dar la vuelta al mundo no era una cuestión de velocidad sino de felicidad.



Los pájaros y las lagartijas jugaban a atravesarse en su camino.

En ocasiones se detenía a ver todo tipo de aves y mariposas de colores.



Se entristecía por los insectos que morían en su parabrisas.

Habían veces en que le gustaba tanto un lugar que ya no se quería ir.

Podía pasar muchos días sin bañarse hasta que la obligaban.

Habían lugares muy fríos donde se enfermaba y tenía que ir al doctor

Había otros donde hacía tanto calor que no se quería mover..

Viajando por el mundo vio todo tipo de animales: tortugas marinas, monos, toros, águilas, loros y policías.

Le atemorizaban los militares que apuntaban con sus ametralladoras.

A veces las vacas y los borregos que soñaban viajar como ella, le preguntaban como había hecho para convertirse en Combi



En las bajadas se dejaba llevar por el viento.

Habían caminos en que el viento era tan fuerte que ella se quería convertir en cometa.



De pronto le aterrorizaban las alturas.

A veces las subidas eran tan empinadas que había que ayudarla.

Otras veces disfrutaba sentir que iba entre nubes.

Algunas noches paraba a dormir en medio de la carretera para ver las estrellas en el firmamento.

Casiopea no comprendía cómo era que no condenaban a los vándalos cristianos que se dedicaban a rayar salmos bíblicos sobre las piedras de las montañas.

Cansada podía dormir varios días sin parar.

Los adultos amargados le gruñían al pasar a su lado.

Las viejas montañas para entretenerse le lanzaban piedras.

A veces encontraba compañía como ella o trepaba en su caparazón a amigos que HACÍAN música.

Iban cantando y silbando canciones o inventando versos.





Pasaba el tiempo y sus papás le preguntaban en las cartas: ¿a dónde vas Casiopea? ¿Cuándo vuelves? Nerviosa, mientras pensaba como responder aquella interrogación tan complicada y recurrente, tomó un globo terráqueo para especular dónde estaría pero torpemente se le cayó de sus manos y le fue rodando por el suelo. Al verlo rodar y rodar se le ocurrió una idea. ¿Que tal si en lugar de dar la vuelta al mundo, daba vuelta el mundo?. Entonces marcó su rumbo: -el sur- e inmediatamente dio vuelta el mundo, colocó el norte hacia abajo y el sur hacia arriba. Y sin desanimarse respondió la carta a sus papás y continuó su viaje subiendo sin prisa hacia el Sur.


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